Envejecer es una ley de la vida. Es una etapa más de nuestro ciclo vital: infancia, adolescencia y edad adulta. Cada una de estas fases conlleva cambios físicos, psicológicos y sociales se producen con el transcurso de los años.

Sin embargo, se puede afirmar que ser mayor no implica que la persona sea dependiente. Al contrario, muchas veces los mayores asumen funciones sociales de enorme importancia, tanto en el entorno familiar (apoyo para sus hijos y nietos) como en el social (participación en asociaciones, ONGs, etc.). La edad no es un impedimento para mantenerse activo.

La evolución de una fase a otra de la vida implica que el progresivo envejecimiento conlleve necesariamente enfermar. Debemos diferenciar entre los cambios físicos que ocurren con el paso de los años derivados del aumento de la edad y el envejecimiento patológico, que se produce en el curso de diversas enfermedades. Este último está asociado a una aceleración del envejecimiento y a la pérdida de la calidad de vida.

Los factores que determinan en gran medida el tipo de envejecimiento y, por lo tanto, la calidad de vida son:

Debido a la diversidad de estos factores, los cambios asociados al envejecimiento no se producen de la misma manera en todas las personas.  De hecho, excluyendo los factores genéticos, el resto e los parámetros pueden ser en gran medida modificables por la persona.No será lo mismo una persona sedentaria que una que se mantiene activa.  También influirá el tipo de vida que se ha llevado y cómo la propia persona asume el hecho de envejecer.

Por otro lado, existe la evidencia de que existen patologías que son más frecuentes en peronas con edades avanzadas y que el organismo a más edad pierde la capacidad para responder con una buena recuperación. Por esta razón, las enfermedades se prolongan en el tiempo y, en ocasiones, aparecen las temidas complicaciones.

Cabe señalar que existen patologías que son frecuentes en personas con edades avanzadas y se conocen como grandes síndromes geriátricos:

En SINA sabemos lo importante que son nuestros mayores y que necesitan cuidados porque, como consecuencia del envejecimiento aumenta el riesgo de sufrir patologías. Se puede afirmar que tener un cuidador no es síntoma de estar enfermo, sino una garantía para  mantener su calidad de vida.

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